“El éxito de una sociedad se basa en mantener sus costumbres y tradiciones generación tras generación, aceptando y adaptándose a la vez, a los nuevos tiempos”.
Probablemente es esta la clave del gran nombre que tiene Sanlúcar fuera de nuestras propias fronteras. Y es el propio sanluqueño el que pese a vivir ya en una ciudad de más de setenta mil habitantes, mantiene la mentalidad de pueblo en el buen sentido de la palabra.
Eso se nota en saber y mantener la esencia que existe alrededor de nuestras bodegas, como por ejemplo las tascas y tabernas, además de disfrutar sea el día que sea, de un vaso de manzanilla en cualquier rincón del “ Universo” Sanlúcar, de visitar los bares, ventas y “bujios” donde disfrutar del mosto, costillitas a la plancha, de las alitas de pollo y del buen pescaito frito. No queremos ser rehén de las apariencias para poder pedir una “litrona” y compartirla entre los amigos, mientras abres un papelón de chicharrones comprados en la plaza o en cualquiera de las carnicerías donde las hacen. Esto es Sanlúcar y así es el sanluqueño.

Sanlúcar es un “Universo”, porque es una tierra amplia y diversa. Desde La Colonia monte Algaida hasta La Jara, pasando por Bonanza, El Barrio, Bajo Guía o El Barrio Alto, con satélites alrededor a los que nosotros llamamos “pagos”. En cualquiera de estos “planetas” satélite, la riqueza gastronómica alrededor de un buen barril de vino es auténtica y probablemente la misma que hace cuarenta años. Donde veas chorizos y butifarras colgados detrás de una barra, entra, no lo dudes. Lo que parece algo sencillo e incluso banal, puede llegar a resultar un momento único y estelar.
Ah, ¡por cierto! No nos olvidemos que en pocas semanas comienza una de las épocas más divertidas, exquisitas y recomendables de nuestra tierra: el momento del mosto, las papas cocías y las galeras. Para un sanluqueño, los meses que van desde finales de noviembre hasta febrero, no se entiende sin estos manjares señalados, tradición que hemos aprendido de nuestros padres y abuelos y que nosotros nos negamos a olvidar. De Sanlúcar se escriben muchas cosas, pero la realidad es que hay que vivirlas y para eso no basta sólo con un fin de semana.
